La Caza (The Fall) (T2)

¿Estás lista para abrazar la oscuridad?

Allan Cubitt ejerce el control creativo absoluto sobre la segunda temporada de The Fall, escribiendo y dirigiendo todos sus episodios y dando lugar a una obra, si cabe, más personal. Extiende el metraje a su gusto con el fin de captar los matices de esa atmósfera noir que nos sigue cautivando, así como de dos personajes a la deriva, abocados a un destino común: la autodestrucción. Si bien las intenciones de Stella no discurren por ahí, la tenaz detective queda expuesta en toda su fragilidad en más de una ocasión, dificultando la adscripción de los roles de cazador y presa.

Por otro lado, el cerco se estrecha sobre Spector que, a diferencia de la primera temporada, se ve forzado a improvisar. La psicología del personaje se torna entonces más insondable, pues transita del puro arrebato al autocontrol y sangre fría más absolutos, manteniéndose impasible ante la posibilidad de ser atrapado. Es en su chispeante, perturbadora y malsana relación con Katie cuando nos descoloca al máximo, al menos hasta que ésta no se asienta en una suerte de complicidad tácita. Dicho sea de paso, nunca quien juega con fuego estuvo tan cerca de quemarse como esta niñera adolescente. A través de ella también exploramos los límites entre la realidad y las fantasías (también las nuestras), pues todo el relato está teñido de ellas, siendo la llama que (nos) insufla la vida. El temido estrangulador de Belfast, no obstante, es bastante más previsible en otros aspectos y, como buen psicópata, se mete en la boca del lobo una y otra vez debido a su arrogancia.

La serie toca de refilón temas candentes en la sociedad irlandesa, como el trauma nacional de los abusos a menores por parte de la Iglesia católica. También aborda, en menor medida, la violencia doméstica o un sistema judicial cuyas trabas y presunción de inocencia contrastan con el que muestran las ficciones norteamericanas. Pero su principal reflexión versa, y siempre lo ha hecho, sobre el machismo intrínseco a la sociedad en sus múltiples variantes. En este sentido, Gibson suelta las perlas más cañeras de la televisión, con un mensaje altamente demoledor. Sentimos compasión por ella porque, como observa Spector, “arremete sola contra un mundo de hombres”.

Cuando el esperado encuentro entre ellos tiene lugar, se desata un duelo de titanes. Aunque Gillian Anderson es el perfecto témpano de hielo, las líneas de diálogo de Spector parecen estar diseñadas para el lucimiento personal de Jamie Dornan. Los caminos de ambos convergen, de manera muy consecuente, en un mismo espacio y tiempo, pero los hechos que allí acaecen complican bastante la continuidad de cara a una tercera temporada ya confirmada. Visto lo visto, sin embargo, no hay razón para preocuparnos: “in Allan we trust”.

Valoración: ***/

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)