The Florida Project
Un caramelo amargo
Después de la laureada y solvente Tangerine, película rodada con un iPhone 5s, Sean Baker traslada el relato de su nueva obra, The Florida Project, a la costa opuesta del país pero sin abandonar los márgenes de la sociedad estadounidense. Si en el primer film abordaba el drama personal de una prostituta transgénero en Los Ángeles, ahora nos seduce con la conmovedora y, no menos, desgarradora historia de una madre veinteañera y su hija de seis años.
Lo que empieza con el júbilo e inocencia de las travesuras de verano de un grupo de niños al ritmo de Celebration de Kool & The Gang en un escenario de fantasía, acaba con un jarro de agua fría. El colorido mundo en el que Moonee (la debutante Booklynn Kimberly Prince) y sus amigos se divierten va tiñéndose de amargura a medida que lo descubrimos con ojos adultos. Así que el recorrido de The Florida Project es como el de un caramelo vistoso y dulce al principio pero amargo y acerbo al final. Seguramente tampoco es baldía la existencia de una zona residencial cercana al parque Disney World llamada Celebration que contrasta con la fisionomía urbana y arquitectónica del Magic Castle en el que habitan las protagonistas del film. Y todo ello en el mismo término de Kissimmee, ciudad del Condado de Osceola.
Baker manifiesta la hipocresía del sueño americano, ya que a escasos metros de distancia cohabitan dos estilos de vida opuestos camuflados por un paisaje de ensueño regido por el dictamen capitalista. El director neoyorquino también muestra los efectos de la crisis económica en familias pobres que sobreviven en moteles poco lujosos y cercanos al famoso recinto de atracciones. Y lo más triste es cómo afecta todo ello a los chiquillos, sobre todo si lo confrontas con la maravillosa experiencia de otros mocosos a tan solo unos minutos.
No obstante, la inocencia e ingenuidad de Moone hacen que asimile con normalidad una existencia poco saludable. Y a su madre, Halley (Bria Vinaite), me remito: mujer joven, soltera, que se acaba de quedar sin trabajo, dependiente de las ayudas del Estado, con vicios varios y un temperamento violento. Entre estas dos perspectivas aparece la de Bobby (Willem Dafoe), el mánager del motel, un señor de cierta edad con un trabajo fijo y un cargo de responsabilidad. No es un gran qué, pero ya es bastante más de lo que les aguarda a sus arrendatarios. Bobby es el mediador entre la desdichada familia y el mundo, y también nuestro puente para empatizar con la difícil coyuntura. Un papel que el veterano Dafoe encarna a la perfección y por el que ha sido nominado a mejor actor secundario en los Bafta, Globos de Oro y Óscar. En general, el director es capaz de encontrar la belleza y alegría en individuos desvalidos, sobre todo en las mujeres.
The Florida Project (nombre inicial del proyecto de ocio de Disney) es la representación de la vida de muchos norteamericanos y parte de la cara oculta que la industria y la marca USA suelen esconder. Por suerte, en el cine y las series, son cada vez más frecuentes las historias devastadoras como la que nos explica Baker en su nuevo largometraje.
Valoración: ***/
Puntuación: *(mala) **(regular) ***(buena) ****(muy buena) / (media estrella)
Este texto ha sido publicado primero en Mundoplus.tv.
De qué va: Moonee sueña con ir a Disneylandia, pero lo más cerca que ha estado es el motel barato a las afueras de Orlando (Florida), en el que vive con su madre Halley, de 22 años: el Magic Castle Motel. Lo más parecido que Moonee tiene a un padre es Bobby, el gerente del motel, un hombre cauto y diligente que se burla de las payasadas de los niños. Halley ha perdido su trabajo, y otra niña de la misma edad que Moonee se acaba de mudar al motel de al lado. Promete ser un verano inolvidable (diamondfilms.es).