Vikingos (T4 parte I)

Al igual que su longevo protagonista, Vikings muestra en su cuarta temporada indicios de deterioro. Su primera parte (pues el equipo creativo ha partido la estación en dos) se limita a reproducir los acontecimientos de la pasada edición para llegar a un mismo fin: saquear nuevamente París. La fragilidad de alianzas entre pueblos nórdicos, la invasión de Mercia por parte del reino de Wessex, el harén de Harbard en Kattegat, la predilección de Ragnar por los extranjeros, la recuperación del condado de Hedeby por parte de Lagertha… Todas ellas tramas con cierta pátina de déjà vu. Da la sensación de que Hirst no sabe qué hacer con Ragnar además de convertirle en un drogadicto, dando vía libre a las recurrentes muecas de un sobreactuado Travis Fimmel. Y lo que me duele más, tampoco lo tiene claro por lo que respecta a su exesposa. A Lagertha le hará falta algo más que cargarse maridos y repartir ostias para estar a la altura de sus congéneres masculinos.

Afortunadamente, algunas mujeres en papeles secundarios demuestran que también las cristianas tienen agallas: Kwenthrith, reina de Mercia; Gisla, princesa de París; y Judith, nuera y amante del rey Ecbert. ¡Qué astuto es éste al manipular a la muchacha apelando precisamente a sus ansias de libertad y autonomía! Aunque disfrute de lo lindo con las artimañas del de Wessex, no comprendo por qué seguirle el rastro cuando lo único que persiste de la estancia vikinga en tierras anglosajonas es Magnus, hijo bastardo del rey Ragnar. Quizás ese sea uno de los hilos de los que tirar tras el salto temporal que se plantea en el último episodio. Más de una década después, la vuelta de un desaparecido Lothbrok perturba la paz y la estabilidad en Kattegat.

Sin duda, Rollo habrá afianzado su liderazgo en París. Los intríngulis políticos de la corte y las luchas internas de poder han sido lo más satisfactorio de la temporada, sobre todo porque han sacado a relucir las habilidades tácticas y militares del temido bárbaro. Como mano derecha del rey, Rollo recibe el reconocimiento que siempre buscó en su hermano. De ahí que, definitivamente, se hayan girado las tornas, y ahora sea la oveja negra de la familia quien tiene la cabeza mejor amueblada, actuando con la serenidad que ha abandonado a Ragnar. También Bjorn es un digno sucesor de su padre en sus mejores tiempos: valiente, humilde e introvertido. Vamos, que me cae simpático. Veremos si, de una vez por todas, toma las riendas y guía a su pueblo a consumar nuevas hazañas que queden para la Historia.

Valoración: **/

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)