Vikingos (T3)

He visto que los muertos y no los vivos conquistan París”

¿Quién no querría surcar los mares en busca de los recónditos tesoros de prósperos países extranjeros? Por su espíritu aventurero, y por saber diferenciarse incluso de aquellas con las que más habitualmente ha sido comparada, Vikings merece encabezar nuestra lista de series de referencia del curso 2014-2015. Con gran maestría, Michael Hirst se toma las licencias oportunas para compendiar los trescientos y pico años de historia vikinga en la agitada vida de Ragnar Lothbrok. Personaje insustituible donde los haya (portentoso, temible, intuitivo, vigoroso, excéntrico, cariñoso, drástico…), él es el catalizador que da pie a todos los cambios significativos de su era. En este caso, a consecuencia de una experiencia traumática, la transformación girará en torno a la adopción de la religión cristiana por parte del pueblo vikingo y su rey.

Si la curiosidad mató al gato, Ragnar sigue aferrado a ella. Su mayor virtud y peor defecto le impulsa a abrir varios frentes sobre los que empieza a perder el control. En su calidad de chupóptero, se alimenta del conocimiento ajeno y, a través de su uso, deviene el motor del cambio (o la aniquilación) de los suyos. Así, los salvajes del norte vuelven a Wessex para instalar allí el asentamiento que les ha sido prometido, pero para ello deberán pelear como mercenarios en la conquista de Mercia. Mientras Lagertha y Athelstan montan guardia allí, al rey se le pone una nueva idea entre ceja y ceja: someter al país más rico del continente (Francia) al pillaje más bárbaro. La tercera estación de Vikings es un festival de sexo y violencia (nunca gratuitos), pues ríos de sangre corren por la ciudad sitiada de París. Y vaya sin dan guerra los franceses, demostrando por primera vez que sus enemigos no son imbatibles. ¿Será la sonada (aunque momentánea) derrota de Ragnar la primera señal de la desintegración de su civilización?

Su fama les precede y, al establecer contactos urbi et orbi, los vikingos plantan la semilla de la asimilación religiosa y, por ende, de su deterioro cultural. Si echamos la vista atrás, no podemos más que maravillarnos ante la aplastante coherencia interna de la que hace gala la serie. Y es que ya desde la primera temporada el monoteísmo le comía terreno al politeísmo, al igual que Floki se enorgullecía de su fanatismo. Con el ejército diezmado, a Ragnar (y a Hirst) no les queda otra que pasar el relevo a las nuevas generaciones. No fue otro que Bjorn “Piel de Hierro” quien asedió París y quien volvió a Wessex en pie de guerra contra Ecbert. A la chita callando y sin necesidad de muertes aparatosas ni grandes aspavientos, Vikings se supera de nuevo a sí misma y hurga en la herida de la espera con el tráiler de una cuarta temporada que promete ser épica.

Valoración: ***/

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)