Twin Peaks (T2)

¡Cuidado! Texto susceptible de spoilers

Si la primera temporada de Twin Peaks nos supo a poco, la segunda nos ha empachado. David Lynch y Mark Frost se repiten más que el ajo y llevan al extremo todos los conceptos que le confieren un aire singular a la serie. Así pues, el relato del misterioso asesinato de la joven Laura Palmer deviene un caso paranormal, despojándose así, casi por completo, de los elementos mundanos con los que conectábamos de alguna manera. Casi todas las tramas, de forma más certera o más errática, acaban enlazando con lo desconocido. No obstante, este cambio de rumbo no es palpable hasta mitad de estación, después de conocer qué/quién ha estado atormentando a la pequeña comunidad con continuos crímenes. La mutación del argumento es tan drástica que parecemos hallarnos ante una nueva temporada. Y es que tanto lo sobrenatural como lo absurdo, que eran la guinda del pastel, pasan a ser el foco de atención.

La cantidad de personajes, bizarras situaciones y giros de guion que acontecen son innumerables, pues para unas mentes retorcidas como las de los creadores, veintidós episodios dan para mucho. Tanto es así, que la digresión empaña el relato por completo, pues ya me explicarás a dónde van a parar o qué aportan los enredos de James, Nadine o Lucy. O la enajenación mental transitoria del Sr. Horne y la causa de la muerte de Jocelyn, simples trucos para rellenar metraje. Luego, la aparición repentina de Windom Earle, desquiciado asesino que entabla una arriesgada partida de ajedrez con Cooper para saldar cuentas pendientes, queda finalmente en nada. De todas las formas posibles, la trama fantástica se acaba comiendo a la policíaca sin dejar nada a lo que aferrarse.

No obstante, seguimos recogiendo los buenos frutos de las semillas plantadas durante la primera temporada, como son la intriga, la jovialidad y filosofía de vida del agente federal, los toques de humor negro, el comportamiento imprevisible de los lugareños, el entonces poco frecuente cliffhanger, o la hipnótica, descriptiva y característica música compuesta por Angelo Badalamenti. En ningún momento la serie pierde su esencia, esa mezcla de géneros que dejan al telespectador traspuesto, pues de una secuencia a otra pasa del culebrón más banal al terror psicológico.

Por lo que respecta al cierre de la temporada, después de adentrarnos en la enigmática e incomprensible Habitación Roja, queda todo en el aire y se nos emplaza a dentro de 25 años, como si de una broma de mal gusto se tratara. Menos mal que el momento ya (casi) ha llegado y esperamos, aunque no las tengo todas conmigo, que los creadores ideen un desenlace satisfactorio para Bob (la personificación del mal). También confiamos en que el querer alargar al máximo el éxito de la producción no acabe desvirtuándola, pues sería una lástima tratándose del fenómeno televisivo más innovadora de las últimas décadas.

Valoración: **/

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)