Sherlock (T1, 2 y 3)

Hace tiempo que el corpus literario de Arthur Conan Doyle, autor de las aventuras del perspicaz detective Sherlock Holmes, pedía a gritos una actualización a los tiempos modernos. ¿Y quién es la BBC para negarle este derecho a uno de los maestros de las letras universales? Con el fin de suplir esta necesidad, la cadena británica parió hace ya cinco años una miniserie de éxito mundial, de corte clásico pero repleta de brotes de la mayor originalidad. La adaptación revisita el clásico con todo el tacto y el respeto que éste merece, hasta el punto de seguir al pie de la letra sus líneas argumentales principales. El primer capítulo, pues, sienta las siguientes bases: dos personajes de fuerza arrolladora destinados a cosechar una bonita amistad, un caso por resolver, varios agentes coadyuvantes (la Sra. Hudson, Molly, Lestrade) y, ante todo, la introducción del supervillano por excelencia, un archienemigo a la altura del intelecto del hasta entonces imbatible Holmes, Moriarty.

Pero la actualización no se contenta con permanecer en la superficie y centra su atención también en los más mínimos detalles. Así, las circunstancias en que Holmes y Watson se conocen son idénticas a aquellas de las novelas, el primero es licenciado en farmacéutica (para justificar los conocimientos en química del personaje original), aficionado a la música, exdrogadicto y, por supuesto, huraño y prepotente. Su atuendo, siendo de lo más anacrónico, encuentra una explicación plausible y coherente: su imagen con la gorra de caza ha sido creada por los medios de comunicación, pues su uso fue fortuito; la pipa, por su parte, es sustituida por los políticamente correctos parches de nicotina. Sherlock también maneja a la perfección las nuevas tecnologías: la red es un recurso clave a la hora de hallar información y la mensajería instantánea le ha sacado de algún que otro aprieto (o se lo ha causado). Watson, por su lado, escribe un blog sobre sus investigaciones en común que les proporciona clientes por doquier.

Sin embargo, no cabe ninguna duda de que el éxito de la serie responde casi únicamente a los inmensos papeles en los que se sumergen Benedict Cumberbatch y Martin Freeman. Aún habiendo seguido con empeño la carrera del primero desde que empezara a despuntar, ha tenido que ser su caracterización del emblemático detective la que me haya abierto los ojos ante las potencialidades de su talento. La fusión es tan absoluta que nunca más el personaje literario se verá desligado de esas peculiares facciones. Sin ánimo de encasillar al actor, Sherlock es Benedict y Benedict es Sherlock, y no hay más que hablar. Martin Freeman, grandísimo intérprete a quien tuvimos la suerte de ver el año pasado en Fargo, no se queda precisamente rezagado a su lado. Él es el contrapunto perfecto a ese sociópata bien integrado de Holmes (tal como él mismo se autodenomina) lo cual implica, en mayor o menor medida, ser normal. La química que desprenden ya la querrían para sí algunas parejas de rigor. Y es que donde esté un buen bromance que se quiten las relaciones amorosas convencionales. Si sienten que los niveles de azúcar en sangre están aumentando peligrosamente, no se preocupen, el maníaco estrambótico de Moriarty estará allí para truncar la felicidad de los londinenses o, en el caso de Holmes, para ofrecerle unos cuantos juegos mentales.

El único defecto de Sherlock reside en el rigor con que se custodia la estructura capitular. Los casos raramente traspasan la barrera de lo anecdótico y no difieren mucho de los que podemos encontrar en el CSI o el Castle de turno, aunque últimamente estén tomando una senda de lo más retorcida y rocambolesca. En ocasiones estos entorpecen la acción, dando lugar a una gran disparidad entre episodios. Mientras unos terminan en un suspiro, otros se desinflan y acaban por ser prescindibles. En la tercera temporada, los guionistas reúnen el valor de invertir esta disposición en el capítulo de la boda (The Sign of Three), que nos mantiene embelesados a pesar de no plantear (a priori) ningún misterio que atender. Por el contrario, a lo largo de toda la serie, la dirección hace uso de recursos francamente originales, como plasmar la imaginación, los pensamientos o el proceso deductivo del protagonista en el campo visual. Junto a los actores, el sentido del humor sea quizás el elemento más destacable, pues es omnipresente. Éste es inteligente e incisivo en algunas ocasiones (vamos, que hay que cazarlas al vuelo), hilarante en otras (Sherlock asiste a su cita con la reina envuelto en una sábana) y surrealista en las menos. Y sino, que alguien me explique a qué vienen esos flashes en los que Holmes lucha contra anónimos espadachines en el salón de su apartamento. Me temo que nunca lo sabremos.

Valoración: ***/

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)

Ficha

Año: 2010-2014

Cadena: BBC

Creadores: Steven Moffat y Mark Gatiss

De qué va: Moderna actualización del mito de Sherlock Holmes, ambientado en el Londres del siglo XXI. Sus insuperables habilidades de deducción y su arrogante distanciamiento emocional le convierten en el perfecto detective junto a su inseparable compañero John Watson (www.filmaffinity.com).

Tráiler: https://youtu.be/OyWxUjiSQqA

Tema principal: “Sherlock Opening Titles” de David Arnold y Michael Price (https://youtu.be/aIBXwnV1mb8)

Reparto: Benedict Cumberbatch, Martin Freeman, Rupert Graves, Una Stubbs, Louise Brealey, Mark Gatiss, Andrew Scott, Jonathan Aris, Vinette Robinson, Amanda Abbington, Lisa McAllister, Tanya Moodie, David Nellist.

Oficial: http://www.bbc.co.uk/programmes/b018ttws