Samba

Las tribulaciones de un sin papeles

Nunca pertenecí a la legión de aduladores de Intocable (2011), a quienes la película de Olivier Nakache y Eric Toledano en una nueva colaboración de sobrado éxito europeo, caló en lo más hondo. Ésta me pareció demasiada orientada al sentimentalismo facilón, aunque albergaba algunos momentos entrañables para el recuerdo de millones de espectadores tanto en el país de origen como en aquellos limítrofes. Esta vez, los guionistas cambian de tercio al relatar, a través del mismo actor protagonista (Omar Sy), las tribulaciones de un inmigrante sin papeles en el París actual, un monstruo de ciudad en la que el desamparo entre el colectivo foráneo se hace difícil de soportar.

El poder de convocatoria del film (el cine en una zona acaudalada de Barcelona estaba a rebosar) solo se explica porque éste consigue acallar las conciencias de una burguesía que apoya políticas restrictivas respecto a la inmigración, pero que aprecia los esfuerzos de Samba por adaptarse a los preceptos imperantes. A su juicio, tales cualidades eximirían al senegalés indocumentado de una deportación ineludible. No obstante, no voy a ser yo quien ponga objeciones a la tentativa mainstream de arrojar luz y dar voz al drama detrás de miles de rostros anónimos. Así, por ejemplo, se visibiliza el tráfico de permisos de residencia, problemática que no obtiene la más mínima reacción por parte de empresarios ni de autoridades debido a su conveniencia.

Incurriendo en la fórmula que los catapultó a la fama, Toledano y Nakache orquestan una dramedia de tono agridulce a la que no puede faltar su consabido final feliz. Las desventuras y el malvivir de Samba, entre trabajos de bajo calado y esporádicas visitas a los servicios sociales, se van hilvanando con una historia de amor a cargo de Charlotte Gainsbourg, la musa de Lars von Trier. Sin embargo, el conjunto no encuentra su rumbo hasta la entrada en escena, en el segundo tercio, de Wilson, un chapucillas brasileño que enseguida traba amistad con Samba. Éste, a pesar de ser un tópico en sí mismo (como no, es el rey bailongo de la fiesta), consigue revitalizar la cinta cuando alcanzaba cotas de energía insuficientes. A partir de ese momento, la película logra arrancar más de una sonrisa (difícilmente una carcajada) al más adusto de los espectadores. A grandes rasgos, podemos decir que Samba no es nada nuevo bajo el cielo ni falta que le hace. Como su predecesora, está diseñada para abarcar todo tipo de público y para conceder dos agradables horas en familia en las que no calentarse la cabeza.

Valoración: **

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena)**** (muy buena) / (media estrella)