Nightcrawler

Tengo un plan de negocio

Lou Bloom, añadan este nombre a su lista de sociópatas de cine favoritos, pues el extravagante protagonista de Nightcrawler es la viva encarnación del modo de vida americano en su vertiente más hardcore. Es víctima de una sociedad que obliga a los individuos a mendigar por un mísero sueldo y que les avasalla con una filosofía equívoca y perniciosa sobre el éxito. Lou ha creído a pies juntillas, con una literalidad casi inocente, los extendidos manuales de autoayuda (sólo hace falta ver la facilidad con que se sobrepone a los continuos rechazos) y de nuevos emprendedores, los cuales recita cual loro charlatán. Así que, tras un casual encuentro con un cámara de sucesos freelance, se lanza a recorrer la noche de Los Ángeles ávido de sensacionalismo.

Un personaje de tal calaña se mueve a sus anchas en una ciudad que, tradicionalmente desde el punto de vista cinematográfico, ha sido asociada con el pecado, último reducto de almas solitarias y anónimas en búsqueda de la supervivencia o de alguna malsana fechoría. El “sálvese quien pueda” angelino le va como anillo al dedo a nuestro protagonista, pues él no será de los que se quedan atrás. De ahí que sus acciones vayan un paso más allá de las perpetradas por otros buitres mediáticos y no solo contemple impasible violentos crímenes e incidentes, sino que sea también su principal partícipe e instigador. Jake Gyllenhaal, que se está ganando el cielo con sus recientes interpretaciones de personajes rarunos, lo borda en el papel, pero el carisma que éste desprende no deja de ser el propio de un sociópata más. Como ser carente de empatía y sentimientos, no le es difícil poseer un código ético propio según el cual todo se reduce a meras transacciones económicas.

En este sentido, me resulta aún más interesante la figura de Nina (Rene Russo), pues se considera moralmente superior a él cuando la realidad es que ha cruzado todos los límites posibles, la alegalidad de los cuales ponen de manifiesto algunos de sus escrupulosos compañeros. Obviamente, a través de ella penetramos también en las entrañas del periodismo más extremo, pues al fin y al cabo Lou no hace nada más que atender con esmero a sus directrices. A pesar del ácido sentido del humor y de la crítica social cimentada en el cinismo del personaje principal, a la cinta le cuesta tomar un rumbo reconocible para el espectador, lo cual no es necesariamente negativo. Hasta que la acción no se adentra en la senda criminal, uno no percibe nada más que una sucesión de accidentes y, sobre todo, el ascenso en la escala social de Lou a través de unas actividades delictivas consentidas, e incluso alentadas, por la sociedad.

Valoración: ***/

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena)**** (muy buena) / (media estrella)