Mad Max: Furia en la carretera

Locura en el desierto salvaje

Treinta años después de Mad Max, más allá de la cúpula del trueno, el creador de la saga, George Miller, ha vuelto en plena forma para contarnos las nuevas peripecias de Max Rockatansky. Manteniendo intactos el universo postapocalíptico y la estética punk ideados por el propio director y exprimiendo al máximo los efectos CGI, éste nos presenta una frenética y trepidante cinta de acción con una técnica visual impecable y abrumadora. Así pues, Max se ve envuelto en la fuga de Furiosa con las cinco jóvenes y hermosas esposas de Immortan Joe, el caudillo del páramo en el que había sido apresado. He aquí cuando empieza el despliegue de rugidos de motor, gasolina, locura, adrenalina, música y tensión en una persecución de vehículos por el desierto que echa por tierra las películas de acción de los últimos veinte años: ni superhéroes, ni superespías, ni los carricoches de Fast and Furious le llegan a la suela del zapato a la secuencia en cuanto a espectacularidad. Ésta nos deja pasmados y boquiabiertos, una experiencia inefable que se desinfla lentamente a medida que avanza el metraje, sobre todo después de una terrible tormenta de arena.

Furia en la carretera, también respeta el temperamento del personaje original (ésta vez interpretado por Tom Hardy): un as del volante, un lobo solitario, hombre de pocas palabras, un superviviente por encima de todo, sin rumbo, sin patria y sin esperanza. No obstante, se suma al carro si la causa es noble, y bien lo merece la de Furiosa. Figura que encarna Charlize Theron y que lleva la voz cantante durante todo el film. Puede que la tetralogía lleve el nombre de Max en el título, pero en esta ocasión es ella la que lleva los pantalones, y muy bien puestos. En la búsqueda del Paraje Verde se manifiesta la creencia en una sociedad utópica, la solución a la miserable vida que soportan. Un matriarcado que conserva una sabiduría ancestral olvidada y/o erradicada. Otro asunto digno de estudio es la organización social de la Ciudadela: un lugar gobernado por un tirano que tiene al pueblo a pan y agua (literalmente) y que por ello es glorificado pues, por injusto que sea, menos da una piedra. Sin embargo, este régimen se tambalea ante el potencial revolucionario de doble rasero (social y feminista) que dilucida el film.

A pesar de que en esta nueva versión de Mad Max la trama es simplona, pues sirve como un mero pretexto para recrearse en la estética y las persecuciones, tampoco dista mucho de sus antecesoras. Otro aspecto en el que ahonda Miller y que el espectador percibirá con agrado es la sátira (véase la escena de las mujeres con ropajes blancos y limpiándose con el agua de una manguera) y el humor absurdo de lo visual (visto la falta de diálogos), como los coches que cargan los músicos para amenizar en directo las carreras (tomo como nuevo ídolo al guitarrista con lanzallamas). Y es que la banda sonora es también parte fundamental de la obra ya que la composición de Junkie XL aporta más vertiginosidad al ya desenfrenado ritmo de la acción. Además, se complementa virtuosamente con las esplendorosas coreografías de los asaltos a los vehículos en marcha a toda velocidad.

Valoración: ***/

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena)**** (muy buena) / (media estrella)