Los 100 (T1)

Que la ciencia ficción post apocalíptica de corte juvenil vino para quedarse es ya una verdad inquebrantable. Tras los éxitos cinematográficos de las sagas de Los juegos del hambre, Divergente y El corredor del laberinto, llega ahora la libre adaptación catódica de la novela homónima de Kass Morgan, con la que la autora inaugura una nueva serie literaria. Cien jóvenes delincuentes son elegidos, a riesgo de perecer en el intento, para repoblar una supuestamente malograda Madre Tierra. Desde que una guerra nuclear la sacudiera noventa y siete años atrás, unos pocos supervivientes se han refugiado en el Arca, una estación espacial dirigida con mano de hierro por el canciller Jaha y su selecto grupo de concejales. Cuando la sostenibilidad del sistema llega a un punto muerto, es hora de testear la viabilidad de la vida en la Tierra.

Además de la luchar para sobrevivir, los muchachos deberán dirimir cuál es el tipo de organización social más conveniente y saciar su ilimitada sed de carne. Así, Los 100 es un amasijo de ideas sobadas cuyos referentes van desde El señor de las moscas hasta Perdidos, pasando por Battlestar Galactica. Rindiendo homenaje a la ilustre novela, dos grupos de poder se distinguen nomás aterrizar. El primero, encabezado por Clarke Griffin, defiende una suerte de organización democrática casi subyugada al Arca; el segundo, a cargo de Bellamy Blake, proclama una merecida libertad a la par que establece un tipo de régimen militar (sic). Los 100, sin embargo, no oculta sus referentes mas se regocija en ellos, lo cual siempre es motivo de deferencia. Tanto es así, que entre su elenco figuran actores tanto de Galactica como de Lost, algunos en papeles sospechosamente similares a los que colmaron en la correspondiente serie de cabecera. Por contra, los chavales son casi noveles, lo cual se trasluce en sus insípidas interpretaciones. Nadie como ellos para hacer llegar los mitos clásicos (y los que no lo son tanto) a la ya consolidada “Generación CW”. Los 100 propugna el modelo de masculinidad acorde a la cadena y que proliferó con Twilight: torsos de infarto, rostros imberbes y cabelleras más bien propias de Tarzán de la selva.

No voy a citar todas y cada una de las pequeñas incongruencias que inundan la serie porque Twitter ya es un hervidero de ellas. Muchachos atravesados por lanzas del grosor de un árbol sobreviven, mientras que sus colegas se desenvuelven con toda soltura en la espesura del bosque aún habiéndose criado en riguroso cautiverio. La acción avanza a trancas y barrancas y los diálogos brillan por su falta de agudeza. Las relaciones interpersonales tienen la profundidad de un charco, siendo la más consistente la amistad en construcción entre los dos líderes natos. El guión no exprime al cien por cien los asuntos más controvertidos y deshecha tramas abiertas apenas unos episodios antes. Los adultos, lejos de ser un ejemplo, andan más perdidos que sus incautos  herederos.

Sin embargo, por increíble que parezca, Los 100 engancha cosa mala. Todos los defectos mencionados se atribuyen a un ritmo apresurado en pro de evitar la dispersión de los jóvenes telespectadores. Hacia mitad de temporada, la serie pega un empujón cuando descubrimos que existen tres facciones de pobladores terrestres, aún por desvelar en su totalidad. Con el enfrentamiento abierto contra quienes son poco más que salvajes de estética apabullante a sus ojos, los agentes van tomando posición. Con ello, Los 100 está solo a un paso de encontrar su identidad y no me cabe duda de que lo hará. Keep on trying.

Valoración: **

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)