Gomorra (T2)

Con el corazón en un puño. Así nos mantiene cada capítulo de la segunda temporada de Gomorra. El clan Savastano ha sido destronado de Secondigliano, población suburbana de Nápoles en la que controlaba todo el comercio y distribución de la droga. El vacío de poder desata una encarnizada lucha entre aspirantes al puesto que nunca termina. En primera instancia se erige la figura de Salvatore Conte, aunque después es la Alianza (formada por varias facciones que participan del tráfico de estupefacientes de manera independiente) quien toma las riendas. Una cooperativa, con Ciro como instigador, que funciona de manera similar a la que dirigía Prop Joe en The Wire, y cuya consistencia es tan sólida como un papel de fumar. No obstante, Don Pietro (Don Piè, para los amigos) quiere recuperar lo que le pertenece y se une a la guerra, pero a distancia. Así que, como no podía ser de otra manera y siguiendo las leyes del capital (al fin y al cabo son negocios), la escalada de violencia, muertes y traiciones aumenta exponencialmente a medida que avanzan los episodios. De este modo, y que sirva de aviso (y no de spoiler), más vale no encariñarse con ningún personaje. Son todos tan despreciables que resulta imposible posicionarse, aunque es inevitable sentir simpatía por alguno de ellos.

Con tantos personajes y frentes abiertos, se hace difícil prever quién dará el próximo golpe y cómo lo hará, todo con tal de llegar a la cima de la organización jerárquica y piramidal que rige la mafia. Una estructura arcaica y, que a pesar de todo, sigue funcionando con más eficiencia cuando no está sometida a un régimen “democrático”. Al continuo desconcierto influye también la labor de la dirección, pues Sollima utiliza recursos que anticipan una situación reconocible para sorprendernos con algo inesperado. El hecho de que muchas de las acciones transcurran en lugares oscuros o en plena noche contribuye aún más al juego de la constante confusión. Y todo ello alimenta, a su vez, la tensión permanente que se respira casi en cada plano, hasta el punto de hacer de la paranoia la tónica habitual en los últimos capítulos. Con todo esto, Gomorra desmitifica una de las máximas de la cinematografía mafiosa: la palabra y el honor. En una situación de apuro, no te quepa la menor duda de que son capaces de vender a sus propios padres.

Además de los modernos peinados y abigarradas vestimentas de los guaglio y la barroca decoración de las casas de los patriarcas, también encontramos en esta temporada personajes femeninos con temple. Sustituir la presencia de Doña Imma no iba a ser fácil, pero los creadores lo han conseguido con Scianel (Chanel), una señora de mediana edad de armas tomar que dirige un clan y a la que le encanta fumar, ir de compras y jugar a cartas con sus amigas. La otra cara de la moneda es Patricia: ella representa la imposibilidad de aquella gente que, incluso teniendo un trabajo digno, no puede escapar del ambiente tóxico de la Camorra. Por su parte, Genny intenta rehacer su vida en Roma y llevar su propia “empresa”, cosa que no le resultará nada fácil debido a la candente situación de su antiguo hogar. Asistimos a la evolución de su (en)amistad con Ciro y a la turbulenta relación con su padre. Hilo argumental que, pienso, dará pie a la siguiente temporada (hay dos más confirmadas). Lo único que he notado en falta es una banda sonora tan completa y diversa como la de la estación inicial. Una pequeña hebra en un vasto tapiz magníficamente tejido y al cual me postro.

Valoración: ****

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)