TerrorMolins 2016 (parte II): Las películas y el libro
Aunque nos perdimos la inauguración del Festival de Cine de Terror de Molins de Rei con la premiere europea de la película La madriguera de Kurro González, que acudió al acto con el reparto principal (Francisco Conde, Adriana Torrebejano y Cristina Castaño) del film, y la mítica maratón de doce horas que pone el punto y final al certamen, durante la semana del 14 al 18 de noviembre no fallamos ningún día en el Teatro de La Peni.
Puede ser contagioso
Tampoco faltamos a la primera presentación del libro oficial del certamen Puede ser contagioso. Las mutaciones en el cine de género escrito por expertos, miembros y amigos de la organización. Un hecho que, como comentó Albert Galera, director artístico del TerrorMolins y coordinador de la obra, “es un paso muy importante para el festival y un orgullo para los autores”. Varios de los doce escritores allí presentes, explicaron anécdotas sobre la grata experiencia que les había supuesto participar en este proyecto colaborativo. Entrando en detalle, y a diferencia de otros libros sobre cine, Puede ser contagioso se centra en conceptos y no en películas para poder analizar más profundamente algunas de las mutaciones más significativas del género de terror a lo largo de su historia. Además, el libro cuenta con un prólogo del prestigioso periodista y escritor especializado en cine Jesús Palacios. Por si fuera poco, Galera propuso a Lluís Rueda (director de la Editorial Hermenaute que ha editado el libro) y al resto de literatos, el reto de publicar una obra al año y presentarla en el TerrorMolins. El compromiso fue firme, aunque no pudieron (quisieron) avanzar cuál sería la temática del 2017.
Sección Oficial
Como ya comentamos en la entrada anterior, la programación de esta trigésimo quinta edición del festival ha sido excepcional. Combinando a la perfección largometrajes de todo tipo de subgéneros, autores con estilos muy diversos, obras provenientes de países muy distintos y con presupuestos desiguales. Así pues, pasamos a reseñar, en orden de visionado, aquellas películas que concurrían a la Sección Oficial y que tuvimos el espeluznante placer de ver en pantalla grande.
We Go On *** (2016) de Jesse Holland y Andy Mitton.
Thriller sobrenatural sobre la causa por la que los fantasmas quedan atrapados en nuestro mundo con un enfoque algo diferente al que el cine de género viene haciendo. Miles, el protagonista, sigue traumatizado por la muerte de su padre años ha y pone un anuncio en un periódico local ofreciendo una buena suma de dinero a quien le pruebe que existe vida más allá de la muerte. En este camino, lo abordan estafadores varios, pero encuentra una vía para contactar con los fantasmas, hablar con ellos y entender qué es lo que quieren. Durante todo este viaje, lo acompaña su madre con la que comparte una afinidad que trasciende la pantalla, pues realmente los actores son madre e hijo. La corta duración de la película maquilla sus carencias y los efectos especiales son sencillos pero resultones. Como buen film de terror, al final siembra la duda de si el problema ha sido resuelto o no.
The Unseen **/ (2016) de Geoff Redknap.
Opera prima en la que el director revisita un monstruo clásico del cine de terror que, por el nombre y el cartel del filme, es fácil de adivinar. La trama tiene un componente de drama familiar más consistente que el del monstruo o sus orígenes. La película plantea, en un principio, esta facultad especial como si de una enfermedad se tratase. Así pues, padre e hija, se reconcilian forzosamente debido al problema que les comporta esta habilidad para vivir en sociedad. Dotes que para nada son equiparadas a superpoderes o alteran su personalidad. Además, todo se entremezcla con otra línea argumental sobre el tráfico de drogas y medicamentos ilegales en la que se ve envuelto el protagonista. La historia transcurre a un ritmo bastante lento hasta que se anima en el tramo final. A pesar de todo, hay una duda que no se me va de la cabeza y es ¿cómo es posible andar por Canadá en invierno y desnudo? Puede que el personaje sí tenga alguna capacidad más que la película no explica.
Cruel Summer ** (2016) de Phillip Escott y Craig Newman.
Remitiendo a la canónica Eden Lake y a tantas otras, Cruel Summer pertenece a esa extensa tradición británica de demonizar a la clase obrera. White trash, chavs o vagos y maleantes; cualquier expresión sirve para caracterizar a los tres desalmados que, con sus acentos infumables, ejercen la violencia contra un chaval autista por puro divertimento. Los directores se recrean en la apacibilidad del lago donde éste ha acampado con un atinado gusto visual. Sin embargo, caen en un discurso inspirado por Hobbes según el cual la ciudad representa el progreso y la civilización frente a la naturaleza, donde el ser humano da rienda suelta a sus instintos depredadores. Una historia simple que carece del giro magistral de su predecesora donde, al menos, los dos adultos en peligro ponían en marcha una gran variedad de recursos para la supervivencia.
Under the Shadow *** (2016) de Babak Anvari.
Película iraní en la lista de candidatas a ser nominadas a los Óscar como Mejor película de habla no inglesa. O sea, una producción técnicamente más dotada que las reseñadas hasta el momento. Cuenta la historia de una familia pro-occidental de Teherán durante el conflicto armado de su país con Iraq a finales de los años 80. La tensión y el miedo se van apoderando progresivamente de Shideh y su hija Dorsa a medida que avanza la historia. Primero, influyen los factores de la islamización del país (a ella la obligan a dejar sus estudios universitarios) y la marcha del marido (médico de profesión) a un hospital al frente. Luego, el horror de las bombas y explosiones alcanzan la ciudad y los vecinos empiezan a abandonarla. No así la protagonista y su hija. Y finalmente, los genios, unos seres malignos de la mitología musulmana que van allá donde el dolor y el temor son permanentes y atrapan a sus gentes. De este modo, en esta escalada de angustia y de sustos, lo peor nos aguarda al final con la aparición de estos seres representados envueltos en un chador (batamanta para nosotros). Este largometraje está ya pensado para ser exportable pues los protagonistas son bellos, ateos, con carrera… En definitiva, se comportan más como occidentales que como autóctonos. De todas formas, nuestro desconocimiento de su cultura, religión y mitos, seguro hace que no percibamos más detalles de los que a simple vista asoman.
Tear Me Apart ** (2015) de Alex Lightman.
En el norte del Reino Unido, en un mundo post-apocalíptico (sí, otro más) una pareja de hermanos que viven en una cueva junto al mar sobrevive gracias al canibalismo. A medida que conocemos sus costumbres, nos damos cuenta de que esta práctica es habitual entre los pocos supervivientes que pueblan la zona. Pero todo cambia cuando descubren a una joven mujer, lo que puede significar la no extinción de la especie. El conflicto entre parientes estalla, y a éste se une un grupo de bandoleros armados cuyo jefe recuerda a Rick de The Walking Dead. Durante el viaje en búsqueda de una supuesta civilización no extinta, los tres muchachos, de alguna forma, adquieren la madurez necesaria como para resolver el conflicto fraternalmente. En esta aventura van apareciendo mitos y figuras que no llegamos a entender por el marcado acento de los protagonistas y por la falta de subtítulos, error por el que la organización ya pidió disculpas y subsanó de buenas maneras. En definitiva, nos dio la sensación de que la parte mitológica tenía un peso importante a la hora de entender la razón en la que se ultima la historia.
Darling ** (2015) de Mickey Keating.
Obra de bajo presupuesto, rodada en blanco y negro, en un solo escenario, y donde gran parte del éxito recae en la magnífica interpretación de la protagonista (Lauren Ashley Carter). Darling narra la posesión demoníaca del ama de llaves de una casa encantada, la más antigua de Nueva York, obligándola a cometer actos sanguinarios. El argumento no tiene más secretos, pero la puesta en escena es muy personal y refinada. El mismo plano del pasillo estrecho con la puerta cerrada al fondo va cambiando la tonalidad de blancos según la situación. El director utiliza chirridos y sonidos molestos que realmente crean angustia y malestar en el espectador. Al igual que el uso común de flashes intercalando imágenes de muecas de la actriz o visiones siniestras. Darling se puede definir claramente como una obra de autor no apta para epilépticos, pero con un final fiel al género.
The Eyes of My Mother *** (2016) de Nicolas Pesce.
De nuevo un filme independiente y en blanco y negro, pero muy distinto al descrito anteriormente. The Eyes of My Mother es un producto Sundance, de una mayor envergadura y opera prima del director curtida y premiada en diversos certámenes. Nos situamos en la América profunda, en una granja ubicada en un frondoso bosque donde vive una familia de origen portugués. Como explica la madre de la protagonista, en su país de origen operaban a las vacas y aquí a las personas (o sea, que no se han integrado). Después de la trágica muerte de dicha señora, la jovencísima Francisca toma su relevo en las tareas del hogar. Pasan los años y Francisca (Kika Magalhaes) se convierte en mujer que, con la muerte de su anciano padre, ve la necesidad de buscarse otra compañía. Cuidar y torturar al secuestrado de turno es su rutina. El placer de matar y el mal, encarnados en un bello cuerpo de mujer y una persona aparentemente normal. Realmente, la película no aporta nada nuevo al terror pero la forma en que lo relata está muy lograda. Con una cromática un poco turbia, combina momentos elegantes con otros más abruptos pero sin llegar a caer en lo sangrientamente desagradable.
Kristen **/ (2015) de Mark Weistra.
El dicharachero director de Kristen, el holandés Mark Weistra, aprovechó bien su turno de palabra sobre el palco escénico de La Peni para destacar la importancia que esta película ha supuesto para su carrera. Pues, a raíz de este film, en el que ningún trabajador cobró (sólo pagó los materiales), consiguió un contrato con Netflix para rodar dos películas para la plataforma. Entrando en materia, se trata de un slasher al uso, donde un encapuchado acosa a Kristen en la cafetería de su padre un primero de año, hasta el tercio final cuando vira bruscamente hacia lo paranormal. El autor nos da una visión diferente sobre el más allá y de la naturaleza y forma de Dios. Siguiendo la tradición del cine centroeuropeo en esta vertiente, se plantea la divinidad como algo que podría no ser bondadoso y justo. Por lo demás, destaca la gran actuación de Terence Schreurs (ella es gran parte del film), la buena música que la acompaña y unos efectos visuales muy efectistas que juegan con el humo.
The Neon Demon*** (2016) de Nicolas Winding Refn.
Uno de los momentos más esperados de esta edición del TerrorMolins era la proyección de la última obra del polémico director NWR que, como no podía ser de otra manera, no dejó a nadie indiferente. Empezaré por lo que más me agradó: es visualmente espectacular y colorista (necesario verla en pantalla gigante). Al principio tiene un par de escenas musicales, performances que ya quisieran en la discoteca Pachá. Y todo transcurre al son de la espléndida banda sonora electrónica conformada por Cliff Martínez, o sea una mezcla explosiva. Por el contrario, el contenido de la película es para nada innovador ni complejo. El director, como viene siendo habitual, refleja sus pajas mentales en la pantalla de manera que, a veces, parece que solo él las entienda. De todos modos, la película en sí es una metáfora de lo salvaje y destructivo del mundo de la moda y las que a ello se dedican, capaces de devorarse literalmente unas a otras. Así pues, la cándida y bella Jesse (Elle Fanning), recién llegada a la siniestra Los Ángeles, toma una posición muy top en la industria creándose enemistades ipso facto. Más adelante, las que fueran sus ‘amigas’, Ruby, Gigi y Sarah, ajustan cuentas ferozmente con la protagonista. No faltan en ningún momento las destellantes luces de neón, los esbeltos cuerpos desnudos de las modelos y la incitación al hedonismo.
Homenaje a ‘La mosca’
El leit motiv de este año para el festival era la celebración del treinta aniversario del clásico de terror ‘La mosca (The Fly)’ de David Cronenberg como referente de las mutaciones dentro del género cinematográfico. Alrededor del filme ha girado tanto el cartel de esta edición, como el spot del certamen, las camisetas o el libro oficial. Pero sin duda, la actividad más curiosa y exitosa, al mismo tiempo, ha sido la réplica detallada de la cápsula que utiliza el doctor Brundle en la película con la que nos hemos podido fotografiar. A los retratos se le concedió la oportunidad de participar en un concurso fotográfico apadrinado por TerrorWeekend.
El pase de la primera sesión retrospectiva del certamen fue para La mosca y arrancó con un vídeo del director saludando a los asistentes y agradeciendo a la organización el homenaje que se le rendía, tanto a su persona como a una de sus mejores obras. Jeff Goldblum como protagonista encarna a un científico muy inteligente que ha descubierto el teletransporte. En un principio, dicho experimento solo funciona con elementos no orgánicos. En una fiesta conoce a la joven y ambiciosa periodista Veronica Quaife (Geena Davis), que queda prendada de sus encantos. Al poco tiempo, emprenden un apasionado romance. En un arrebato de celos, el científico prueba consigo las modificaciones realizadas a la investigación con un resultado aparentemente exitoso. El problema es que una mosca se coló en la cabina teletransportadora durante el proceso y sus ADN se fusionaron. A partir de entonces, la película muta, como el protagonista, del género de ciencia ficción al de terror. Al principio el profesor se siente lleno de energía y con mucha fuerza, y lo demuestra en pantalla con unos ejercicios de paralelas y sin camiseta. Pero poco a poco empieza la mutación, recreada con gran esmero a base de prótesis y sustancias viscosas (no lo recomiendo si acabas de comer), que llega a ser repugnante. Como híbrido, Brundlefly (como se llama a sí mismo el doctor) va perdiendo el razonamiento humano y actúa cada vez más como un insecto, sin escrúpulos ni miramientos, volviéndose peligroso para los que le rodean. Finalmente, rapta a la que fuese su pareja para, en una disparatada idea, revertir o solucionar la transformación. Como podrás imaginar, la cosa no acaba bien.
Así pues, la adaptación de Cronenberg del relato corto de George Langelaan es el ejemplo de que con una historia sencilla se puede hacer una obra maestra del género. Además, la duración (96 minutos) es perfecta porque, como la trama, no se complica más de lo necesario.
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