Festival de Sitges 2016
En Desde el sofá – Cine y TV cada año afinamos más en la selección de obras de visionado obligatorio del Festival de Sitges. Así lo demuestra el palmarés del certamen, que acaba de otorgar el premio a la mejor película a Swiss Army Man, así como a su actor secundario Daniel Radcliffe el de mejor interpretación. También nosotras quedamos inmediatamente seducidas por su tráiler y por el éxito cosechado en Sundance, por lo que escogimos el jueves como jornada de deleite cinéfilo. La citada película escrita y dirigida por Dan Kwan y Daniel Scheinert, cuya proyección tuvo lugar en el Auditori del Hotel Meliá por la mañana, no decepciona y deja alto el listón para el resto del día. El público estalla en vítores tras su secuencia inicial, que culmina con Paul Dano montando a quien fuera Harry Potter cual moto acuática. ¿Estrafalario? Un poco.
Pero retrocedamos un segundo. Swiss Army Man cuenta la historia de Hank (Paul Dano), una especie de Robinson Crusoe que, quién sabe cómo, va a parar a una isla desierta. Desesperado y a punto de ahorcarse, avista un cadáver en descomposición (Daniel Radcliffe) en la orilla. La presencia de otro ser humano, aunque éste no pueda contener sus flatulencias post-mortem, es razón suficiente para recuperar la esperanza. Juntos emprenden un viaje de regreso a casa, que Hank aprovecha para instruir a Manny (el fiambre) acerca de las bondades de Netflix y Parque Jurásico (oh yeah!). A todo esto, Manny deviene una herramienta multiusos gracias a sus pedos propulsores y otras virtudes, además de un fiel amigo. Tras esta fachada de enajenación, Swiss Army Man habla de la soledad y de las inseguridades, de la necesidad de reconocimiento y de cómo rehuimos y, a la par, añoramos la absurda vida en sociedad. Nuestra insignificante existencia explicada a base de escatología en un entrañable filme indie que mezcla con maestría los relatos de náufragos con el cine de género más rocambolesco.
Tiempo de hacer una pausa y comer algo antes de adentrarnos en la realidad virtual en el Samsung Sitges Cocoon, espacio reservado a la experimentación con este nuevo formato. Catatonic recrea un recorrido en silla de ruedas por un manicomio donde se experimenta con seres humanos, mientras que Sonar ofrece la oportunidad de pilotar una nave espacial. A diferencia de Halcyon, la serie de SyFy que pudimos probar en primicia hace unas semanas en Barcelona, ninguna de las dos es interactiva. No obstante, precisamente por ello, se incrementa la sensación de descontrol y, por ende, de inmersión.
Al anochecer y tras una larga cola pasada por agua, nos esperaba I Am Not a Serial Killer. La obra del irlandés Billy O’Brien, quien ya visitó Sitges con Experimento Mortal hace una década, se está curtiendo en el circuito de festivales. Para quienes se la perdieron en Sitges, ya ha sido anunciada su proyección en el TerrorMolins, que se celebrará a mediados de noviembre. John (Max Records) es un adolescente sociópata cuya familia regenta la funeraria del pueblo. Gracias a la ayuda de su terapeuta y a las buenas acciones que realiza para su anciano vecino (Christopher Lloyd), el chaval nunca ha cruzado la línea del homicidio. Sin embargo, cuando una serie de crímenes atemorizan la pequeña localidad, John empieza a dar rienda suelta a sus instintos. Como si de Dexter o Hannibal se tratara, la película sustituye el tradicional juego del gato y el ratón entre un policía y un criminal por otro entre un asesino y… otro asesino. No obstante, John carece de los refinamientos de estos dos y, en el fondo, es tan solo un crío tratando de definir su identidad y probándose a sí mismo. Además, un inesperado giro hacia lo sobrenatural la hace digna del festival fantástico por antonomasia y la distingue de otras propuestas similares. Aunque no nos entusiasmó, I Am Not a Serial Killer se alzó con el galardón a la mejor película por votación del público en la sección Panorama.
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