El teatro llega al cine con Frankenstein

Frankenstein

Si bien desde hace unas pocas temporadas podemos disfrutar de las más reputadas óperas y ballets del mundo en algunas salas de cine de las grandes ciudades, el teatro ha sido durante mucho tiempo una asignatura pendiente. La hacienda británica del National Theatre puso en marcha en 2009 la iniciativa Live, que consiste en la grabación y posterior exhibición de sus más aclamadas obras, interpretadas por reconocidos artistas de talla internacional. En España, este servicio lo ofrece la cadena Yelmo Cines y la temporada empezó el pasado 11 de diciembre con el revisionado del ejercicio Frankenstein (2011), interpretado por Benedict Cumberbatch y Jonny Lee Miller bajo la batuta de Danny Boyle. Las siguientes funciones serán todas del 2014, y la primera de ellas (Un tranvía llamado deseo) tendrá lugar el 15 de enero y estará protagonizada por Gillian Anderson. El 19 de febrero será el turno para Carey Mulligan y Bill Nighy en Skylight, y cerrarán la campaña el 16 de abril, desde Broadway, James Franco y Chris O’Dowd con De ratones y hombres. Todas las sesiones son en versión original subtituladas al castellano, como es lógico para no perderse ningún detalle de las interpretaciones.

Lo que ofrece este servicio es, pues, una experiencia mixta, a medio camino entre el teatro y el cine. Se captura una vivencia única e irrepetible y se multiplica en una sola de sus versiones, mientras el resto permanecerán solo en la memoria de unos pocos afortunados. La cámara dictamina con la precisión de una aguja qué es aquello que merece la atención de un público habituado a decidirlo por sí solo, pues entre el auditorio predominaban los asiduos del teatro e incluso el ambiente era el propio de las funciones.

Teatro_LiveEn cuanto al caso que nos ocupa, Frankenstein fue representada en 2011 en el mismo National Theatre  (Londres) y proyectada en tres ocasiones además de la actual debido a una incipiente demanda motivada por las alabanzas recibidas. Al mando Danny Boyle en la dirección, ganador de un Oscar por Slumdog Millionaire pero conocido también por su trabajo en Trainspotting o 28 días después. Le acompañan dos de los más grandes actores británicos de nuestros tiempos, Jonny Lee Miller y Benedict Cumberbatch, cuyo éxito no para de subir como la espuma. Tan polifacéticos son ambos que se intercambian con regularidad los papeles del Doctor Frankenstein y de su monstruosa creación. Un fantástico maquillaje, una espectacular escenografía (con incluso algunos breves números musicales) y un sorprendente sentido del humor dada la seriedad del argumento complementan una historia que, de por sí, no caduca nunca. Si bien la novela de Mary Shelley nacía como contraposición a los profundos avances científicos de la época y advertía del peligro de vivir en un mundo que pueda llegar a negar el aspecto sobrenatural, sus consideraciones no son del todo desafortunadas hoy en día. Al fin y al cabo, Frankenstein plantea un análisis de la condición humana y expone el poder corruptor de la sociedad, la importancia de la apariencia y el peligro de una ambición desmesurada. Ahora ya lo saben, es demasiado arriesgado jugar a ser dioses.