Chappie

En su tercer largometraje, Neill Blomkamp abandona su habitualmente descarnada crítica social para abrazar la sensibilidad que transpira el personaje de Chappie, un robot hecho humano que nos mantiene con las emociones a flor de piel durante todo el metraje. El director y co-guionista, no obstante, no olvida abastecernos de todos los elementos inherentes a un buen film palomitero, sin descuidar tampoco aquellos que le han convertido en quién es hoy en día. Así, el guión promete acción, una estética techno punk amparada por una destartalada Johannesburgo y una premisa de ciencia ficción con cierto potencial reflexivo. Ésta parte de la sustitución parcial de las fuerzas policiales en la capital sudafricana por una división de robots producto del formidable intelecto del ingeniero Deon Wilson. En sus horas libres, trabaja en la creación de la primera inteligencia artificial a la que, por desgracia, ve nacer en el inoportuno momento en que es secuestrado por una banda de criminales. Los malhechores esperan que Chappie les ayude a perpetrar sus fechorías, justo antes de percatarse, para su sorpresa, de que el robot posee una mente prodigiosa desprovista de conocimientos pero plagada de buenos sentimientos.

La especulación sobre el futuro de la robótica es, en este caso, el pretexto con el que Blomkamp nos interroga sobre la naturaleza del ser humano y de la conciencia, pues Chappie hace gala de su superioridad moral. A su lado, el resto de personajes quedan reducidos a criaturas movidas por la codicia, el egoísmo y la mentira. La crítica se desplaza esta vez a una sociedad culpable de inocular el virus del odio en todo aquel que sea distinto. Más allá de los referentes cinematográficos como AI o Robocop, Chappie actualiza el mito de la oveja negra o el patito feo y, en mi opinión, deviene una suerte de Frankenstein posmoderno. De manera un tanto reduccionista, un solo personaje aglomera todos esos defectos considerados eminentemente humanos. Vincent Moore, la competencia directa de Deon en el diseño de robots, asume el rol de malo malísimo dispuesto a acabar de una vez por todas con Chappie, pues vive corroído por la envidia. Da la sensación de que Hugh Jackman, en su interpretación de un personaje que no requiere de ningún esfuerzo, lo pasa de cine.

A pesar de su escasa o nula labor interpretativa, ha sido un gran acierto contar con la colaboración del grupo musical sudafricano Die Antwoord. Tanto a nivel humorístico como visual, ese entorno macarra le sienta harto bien a Chappie. Existe una voluntad por parte de Blomkamp de crear un producto híbrido entre ficción y realidad, que finalmente no fue llevado a cabo en todo su esplendor. Aún así, el cineasta usa escenarios reales y estimula la creatividad de la banda en cuestión, quienes, sin duda, han dejado su huella personal en la cinta. Como no podía ser de otra manera, el film se cierra de la forma más edulcorada posible, confirmando su condición de película para todos los públicos.

Valoración: **/

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena)**** (muy buena) / (media estrella)

Ficha

De qué va: Cada niño nace en un mundo de promesas y esperanza. Este es el caso de Chappie, un niño prodigio. Como todos, Chappie vivirá bajo las influencias de su entorno, algunas buenas y otras malas, y dependerá de su corazón y su alma para encontrar su camino en el mundo. Pero la diferencia es que Chappie es un robot. El primer androide con la capacidad de pensar y sentir por sí mismo: una idea peligrosa y que supone un reto que lo enfrentará a fuerzas oscuras y poderosas que quieren acabar con los de su clase (www.trailersyestrenos.es).

Tráiler