Batman v Superman: El amanecer de la Justicia

Un despropósito para unir superhéroes

La expectación estaba más que justificada y la polémica más que servida. Los dos máximos exponentes del universo de los superhéroes y de DC Comics, Batman y Superman, enfrentados en la gran pantalla. El sueño húmedo de cualquier fan, cuyas ansias fueron calculadamente espoleadas durante los meses y semanas previos al estreno mediante tropecientos tráileres e imágenes inéditas de la superproducción. Y por fin llegó el gran día y justo después, para nosotros, la gran decepción. Aunque nos resistamos a aceptarlo, han vuelto a salvar el planeta pero no nuestras almas.

De sobras es sabida la reñida lucha cinematográfica entre los dos grandes estudios de cómics y la clara ventaja de Marvel al respecto. Al contrario de lo que advierte Fito en una de sus célebres canciones “camina despacito que las prisas no son buenas”, en Batman v Superman: El amanecer de la Justicia, a Warner Bros. y DC les ha pillado el toro. En esta cinta queda patente la urgencia de la franquicia de llegar cuanto antes a La Liga de la Justicia. Aunque, por otro lado, es uno de los asuntos que más acertadamente introducen. Así pues, Batman v Superman funciona como secuela de El hombre de acero (2013) y precuela de La Liga de la Justicia. Parte I (2017), y sienta las bases del universo fílmico DC. Sin embargo, el filme desvela que hay muchos temas que desarrollar y muy poco espacio para hacerlo. Además, el afán de encauzar las tramas de diversos personajes en un único argumento nos lleva a presenciar tres diferentes inicios y sendos finales. En resumidas cuentas, una precipitada y desconcertante serie de acontecimientos mal enlazados.

Es de agradecer que, ante la inteligible y ufana versión que ofrece Marvel (Disney) de los superhéroes, DC intente diseñar figuras e historias para adultos con sus claroscuros, pero no de la manera en que se nos presentan en Batman v Superman. Diálogos simplistas e irrisorios, trucos narrativos de pacotilla, conflictos que se dan antes de que sean orquestados o sin justificación, discursos inconsistentes (por repetirlos continuamente no van a tomar coherencia), o lugares comunes a mansalva. Si a todo ello le sumamos un descarado product placement, la desmedida actuación de Jesse Eisenberg como Lex Luthor, los descabellados sueños de Bruce Wayne, los persistentes rescates a la desvalida Lois Lane, un exaltado patriotismo y dosis de racismo y machismo, la película se revela como una auténtica tomadura de pelo. Se desperdicia completamente el dilema acerca de la supuesta superioridad moral del héroe, ¿está por encima del bien y del mal o debe obedecer las leyes que gobiernan a los hombres? Además, la continuación de la mitología alrededor de Kal-El, iniciada en El hombre de acero, es despachada en un santiamén.

No obstante, se salvan de la quema la efectista batalla final entre la Trinidad y Doomsday, el personaje e interpretación de Wonder Woman (Gal Gadot) y la excelsa banda sonora (fruto del trabajo conjunto de Hans Zimmer y Junkie XL). A pesar de todo lo comentado, la continuación de la saga de superhombres de DC está más que asegurada debido a la fantástica respuesta del público en las salas de cine (con el consecuente récord de recaudación). Para no destruir la reputación, ganada en las viñetas durante casi 80 años, y nuestros gratos recuerdos de estos emblemáticos personajes, esperemos que Zack Snyder y David S. Goyer puedan reconducir la situación en un futuro inmediato, con o sin kryptonita.

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Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena)**** (muy buena) / (media estrella)