The Knick (T2)

Con un poco de retraso respecto a su emisión original, regresamos a los albores de la medicina moderna con la segunda, y última, temporada de The Knick. Teniendo en cuenta que la ficción, producida y dirigida por el cineasta Steven Soderbergh, gira en torno a dos focos (uno vivo -el Dr. Thackery- y el otro inanimado -el Hospital Knickerbocker-); era de esperar que el aclamado cirujano volviese al circo científico en cualquier momento para poder avanzar con la historia. El quid de la cuestión era descubrir las condiciones de su regreso y si realmente sería capaz de superar su adicción a la cocaína. Es más, el médico invierte buena parte de sus esfuerzos médicos en encontrar una solución a las adicciones en general. De estas investigaciones se desprende, entre otras, la primera consulta psiquiátrica o la constatación de que la amputación de partes del cerebro acarrea consecuencias imprevisibles.

Así pues, en esta temporada como en la anterior, todos los grandes avances facultativos que conocemos hoy en día tienen su origen, o parte de él, en las manos de los varios médicos que en The Knick aparecen. Por poner algún ejemplo: la quimioterapia como tratamiento contra el cáncer o el descubrimiento y las aplicaciones de la adrenalina. También otro tipo de adelantos como los preservativos o los automóviles están presentes en la serie. Por otro lado, las tramas de su coral reparto avanzan todas casi a la misma velocidad en la que se dan los hallazgos científicos y los inventos tecnológicos de principios del siglo XX. De este modo, además de los argumentos relacionados estrictamente con la medicina, también aparecen varias cuestiones en torno a la corrupción financiera, trata de personas, investigación policial, luchas de poder entre familias adineradas, negocios ocultos o problemas maritales.

Parece mentira que en diez capítulos puedan ocurrir tantas cosas pero así es, y todavía estoy obligada a destacar una más: el racismo. La discriminación por cuestión del color de la piel viene representada por los continuos encontronazos entre los personajes de los doctores Edwards (André Holland) y Gallinger (Eric Johnson). Éste último, se convierte en uno de los principales defensores de la eugenesia (corriente que conllevará graves consecuencias a nivel mundial pocos años después).

A todo ello cabe añadir que el papel de cirujano jefe del Knick le va como un guante a Clive Owen, la música electrónica de Cliff Martinez también es muy adecuada y el sello del director es más que evidente. La oscura fotografía, la tenue luz y las angulaciones de cámara, sobre todo los contrapicados, la dotan de un estilo descaradamente cinematográfico. En definitiva y parafraseando al talentoso Thack, en el circo de la medicina “el espectáculo debe continuar”, y en The Knick la premisa se cumple hasta el plano final.

Valoración: ***

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)