Sicario

Basta leer unos pocos capítulos del último libro de Roberto Saviano, CeroCeroCero (Anagrama, 2013), para comprender que las ramificaciones del negocio de la droga se extienden a todos los rincones del globo. La frontera entre México y Estados Unidos es uno de esos puntos calientes donde el tráfico sofoca cualquier tentativa de llevar una vida ordinaria y fuerza a la población autóctona a tomar partido. El país de las libertades, abanderado durante décadas de la idea de no injerencia, ha ejecutado incontables intervenciones encubiertas en territorio vecino a través de una maraña de agencias que van desde la DEA hasta la CIA. Su objetivo suele ser el de derrocar algún capo insumiso, cuyo vacío tarda menos de 24 horas en ser ocupado por algún competidor al acecho. Así pues, la guerra contra los estupefacientes no tiene fin.

Denis Villenueve, uno de los dos tesoros que nos ha regalado recientemente el Québec, vuelve a la carga tras la bizarrada de Enemy con la más comercial Sicario. En ella, una ingenua pero contundente agente del FBI, Kate Macer (Emily Blunt), lidera una operación en suelo norteamericano que termina por desvelar una masacre de proporciones difícilmente digeribles. De inmediato, entra en escena Matt Graver (Josh Brolin), un engreído mandamás de la CIA que decide reclutar a Kate para sus turbias maniobras. Cubriéndole las espaldas, cuenta con Alejandro (Benicio del Toro), un independiente de procedencia desconocida y que parece manejar el cotarro con una soltura que intimida sobremanera.

No es difícil imaginar por donde van los tiros y, aún así, andamos tan a tientas como la propia protagonista. Gracias a la imponente partitura de Jóhann Jóhannsson (colaborador asiduo del director y ganador del Globo de Oro a la mejor banda sonora por La teoría del todo), la tensión se hace palpable en todo momento. La sala retumba a su son y nos agazapamos amedrentados en nuestra butaca. Villenueve es un virtuoso y, como se suele decir, un director de atmósferas. El despliegue de efectivos en Ciudad Juárez, su caótico trazado urbano (con casas suspendidas en la ladera de la montaña), el embudo de coches apeados a la entrada de la metrópolis, y una violencia tan explícita que desprende el hedor de la sangre son pruebas fehacientes de esta capacidad. Todo ello, además, a vista de helicóptero y de planos cenitales.

El cineasta apuesta por un clímax en plena noche, en sintonía con la premeditación y alevosía de la acción. Tiene mérito que sostenga la atención del espectador cuando lo mantiene a ciegas, a base de algunas tomas en negativo y otras filtradas por gafas de visión nocturna. Por último, la interpretación del dúo protagonista es excelsa. Blunt encarna a la agente federal de forma sobria y sutil, mientras que del Toro, impasible como él solo, consigue transmitir emociones desde la templanza. Y aunque el actor se ha enzarzado en papeles similares en varias ocasiones, siempre logra aportar un nuevo matiz. La inusual relación que ambos establecen (que pasará desapercibida al espectador más despistado) es el colofón dramático a la trama de acción y justifica plenamente su final, libre tanto de radicalismos como de sentimentalismos.

Valoración: ***

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena)**** (muy buena) / (media estrella)

Ficha

De qué va: En la zona fronteriza sin ley que se extiende entre Estados Unidos y México, Kate Mercer, una idealista agente del FBI, es reclutada por Matt Graver, un oficial de las fuerzas de élite gubernamentales, para ayudar en la creciente guerra contra las drogas. Liderado por Alejandro, un enigmático consultor con un pasado oscuro, el equipo se embarca en un viaje clandestino que obligará a Kate a cuestionarse todo aquello en lo que cree si quiere sobrevivir (www.estrenosdecine.net).

Tráiler