Gomorra (T1)

Gomorra nace del aclamado ensayo del mismo título de Roberto Saviano, también adaptado al cine en 2008. Al igual que en estos textos, la serie detalla con espeluznante realismo el funcionamiento interno de la Camorra, extensible a su vez a la mafia italiana. Vemos cómo funcionan las lealtades y las traiciones en su sino, pero también cómo se desarrollan éstas con un pueblo asentado en barrios marginales que encuentra en la organización la protección que no le prestan las instituciones. Vemos también el poder de la mujer en la sombra, así como la expansión del negocio no solo al norte de Italia sino también a nivel internacional. Y por supuesto vemos sangre, mucha sangre. A tal realismo contribuye una fotografía oscura, casi sucia, muy propia de las producciones europeas.

Dejando al margen el indispensable documento social que se tiene entre manos, Gomorra funciona como serie por sí sola. La acción avanza a ratos precipitadamente (la súbita desaparición del mapa de Don Pietro o la transformación de Genny), supuestamente a causa de la presión por completar la historia en doce capítulos. No obstante, estas subtramas nunca son abandonadas en su totalidad y su relativa elusión responde siempre a un fin mayor. En cambio, lo que podría haber sido un final redondo queda relativamente abierto para retomarlo en una segunda temporada ahora ya confirmada.

Los actores lo bordan en sus interpretaciones sin excepción, pero si alguien brilla al máximo ese es Salvatore Esposito (Gennaro), al convertir al indefenso chiquillo que pide un beso a mamá en el temible líder del clan Savastano. Su relación con Ciro (Marco d’Amore) resulta fascinante pues, en la primera parte de la temporada, contiene amistad y manipulación en iguales dosis. Recobra algo de esa intensidad hacia el final, mutada ya en puro enfrentamiento. Las localizaciones son bellísimas, y nos transportan de los suburbios de Nápoles hasta Barcelona, pasando por la costa francesa. El equipo de la serie demuestra en el/los capítulo/s que transcurren en la ciudad condal conocer bien su realidad, al alternar el uso del catalán y el castellano entre los ciudadanos y al utilizar escenarios más bien periféricos.

La dirección es bastante moderna y como ejemplo el final del tercer capítulo, donde se combina el ambiente festivo del barrio con una escena de gran intensidad dramática en la cárcel; o el inicio del quinto, donde asistimos a la rutina de uno de los personajes a través de sus selfies. Acompaña en todo momento el inquietante tema instrumental Doomed to life de Mokadelic, que se complementa con música de la calle (rap, fundamentalmente). Por todo ello me atrevo a decir que la primera temporada de Gomorra es una obra maestra en toda regla. Se puede decir más alto pero no más claro.

Valoración: ****

Puntuación: * (mala) ** (regular) *** (buena) **** (muy buena) / (media estrella)