Jornada profesional del D’A: En búsqueda de nuevos públicos

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Debate sobre nuevos públicos en la jornada profesional del Festival D’A 2016.

Si hay algo en lo que tanto los departamentos de cultura de estamentos gubernamentales como la empresa privada están volcados en la actualidad, esto es la atracción de nuevos públicos. También la gestión cultural se ve impregnada de tendencias y si, hace unos años lo que primaban eran las industrias culturales, hoy en día se habla de participación e interactividad, en gran parte debido al efecto de unas nuevas tecnologías cada vez más integradas. Es decir, el público es amo y señor durante todo el proceso de producción, no solo como destinatario final pasivo. De ahí que un festival de cine de autor como el D’A haya decidido dedicar la jornada profesional de este año a conocer un poco más a fondo al público, el cual hace las veces de espectador y creador, a la vez que genera comunidad y experimentación. Los actos tuvieron lugar el martes 26 de abril en el edificio de la Fundación Sgae y transcurrieron a lo largo de todo el día.

Antes de entrar en materia, tres apuntes facilitados por el ICEC que pueden ser decisivos a la hora de elaborar una estrategia de mercado. Uno: en contra de lo que algunos quieren hacernos creer, la piratería no resta público a las salas. De hecho, quienes se definen como cinéfilos son aquellos que más asisten al cine, así como aquellos que acumulan más tráfico de descarga. Dos: las posibles soluciones a la crisis del sector pasan por la formación del público no profesional (¿cómo vamos a apreciar el cine de autor si no hemos aprendido a leerlo?), por la hibridación de disciplinas, y por potenciar la vertiente experiencial de la cultura.

En la ponencia dedicada al público creador contamos con dos perfiles complementarios: mientras Jonàs Sala (Verkami) trabaja desde un ámbito práctico que afirma favorecer la diversidad, Andrés Hispano (teórico irredento) advierte sobre los peligros del público co-productor. En efecto, el reto está en aprovechar las oportunidades que ofrece Internet para dar salida a un producto trascendente y no para reproducir los esquemas de la televisión. La soberanía popular, no obstante, consiste precisamente en esa libertad de elección. Las iniciativas de micromecenazgo permiten financiar proyectos minoritarios pero, sobre todo, facilitan un trabajo colectivo propio de la era digital y opuesto a la idea aún vigente del genio romántico. La misma industria que ha menospreciado estas obras (aunque los últimos Goya y Gaudí son un soplo de aire fresco en este sentido), es aquella que impone limitaciones basadas en un criterio obsoleto: la exclusividad. Los mecenas de la obra no pueden disfrutar del DVD sin que ello implique su descalificación en ciertos festivales.

Para saber como generar engagement con el público espectador, el D’A invitó a los responsables de dos iniciativas empresariales dispares: Nacho Cerdá, que con Phenomena Experience (Barcelona) reivindica el cine como espectáculo y Ramiro Ledo, cuya Numax (Santiago de Compostela) se ha posicionado en tal solo un año como una de las salas (con laboratorio y librería incluidos) más relevantes del panorama español. Ambos pretenden “desenventualizar” sus espacios en favor de una programación más estable, pero reconocen el poderío de la proximidad, la experiencia y su carácter social. “Cuando pierdes el contacto con la gente, solo te queda la tecnología; y esa la disfrutas mejor en casa”, dice Cerdá. De ahí que, a través de un acompañamiento a la exhibición, estos nuevos modelos pretendan “hacer consciente el acto de ir al cine”.

A continuación, Paco Rodríguez (MoviStar +) y José Luis Cienfuegos (Festival de Cine Europeo de Sevilla) fueron los encargados de reflexionar sobre el público como comunidad. Un coloquio lleno de salero de andalú para después de comer que anotaba la necesidad de segmentar el público y evitar el máximo común denominador. Gracias a la comodidad a la hora del acceso (por ejemplo a través de las smart tv) y a una oferta amplia y variada, está aumentando la predisposición a pagar por el consumo cultural. Aunque solo sea para lucrarse, estas plataformas empiezan a entender de qué va la cosa, y ven recompensados sus esfuerzos con un consumo VOD equiparable al lineal. También abogan por acortar ventanas, mientras la mayor parte de la industria sigue resistiéndose y manteniendo la caduca idea de la explotación vertical. Por último, me quedo con unas declaraciones de Cienfuegos acerca del espectador cómplice en festivales: “Hay que quitarse de la cabeza la idea de que todas las películas deben ser la gran obra maestra”. Si aprendemos a disfrutarlas como lo que son (sin perder nuestra capacidad crítica), al final dialogaran entre ellas y será el espectador quien establezca nuevas y jugosas interrelaciones.

Este texto se publicó primero en el blog de la autora.